El mensaje de Cristo Jesús a lo largo de su vida en la tierra era tan simple en la hora de manifestarse que era entendible a toda persona común y corriente de la época. Incluso en nuestra época podemos fijarnos en la simplicidad del mensaje que de buenas a primeras podemos comprender el gran valor doctrinal y simbólico en nombre de Dios que este contiene.
Lamentablemente este mensaje emitido por Jesucristo no fue bien recibido por quienes profesaban ser sabios, más solo lo eran en su propio entendimiento ya que les parecía indigno y pesado de aceptar. Lo podemos observar en el evangelio de Juan cuando algunos no aceptaban las “gruesas” palabras que Jesús pronunciaba cuando dijo en Juan 6:58” Este es el pan que descendió del cielo; no como el que vuestros padres comieron, y murieron; el que come este pan vivirá para siempre” Los que estaban con el no comprendieron y asumieron que esta palabra era demasiado dura para aceptarla.
La Biblia de las Américas
Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla? (Juan 6:60)
Aquellos aun no estaban preparados para recibir esta palabra por parte de Cristo ya que no era su hora de comprender y acercarse a Jesús. Jesús entonces lo explicó de manera más comprensible debido a la incapacidad de de comprensión de aquellos por su falta de humildad al interpretar las analogías de Cristo. “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6: 63)
La incomprensión de estos discípulos se debía a la falta de fe y humildad genuina para aceptar las palabras del Mesías que había sido anunciado por la ley y los profetas a las que ellos obedecían como judíos tales que eran, más a Cristo el personaje principal de quienes hablaron la ley y los profetas les era desconocido su lenguaje.
Posteriormente Jesús dijo ”Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre” Analicemos un poco esto; Jesús fue enfático en decir que nadie llegaba a él si el Padre no lo concedía, por lo tanto para estos discípulos incrédulos no era su momento de conocer al Salvador del mundo a causa de su incredulidad y falta de humildad para aceptar el mensaje de Jesús. Las palabras de Cristo les eran no familiares quizá por la extrañeza en que Jesús hablaba, a través de parábolas y analogías. Jesús mismo lo explicaría después dijo:
Mateo 13:13-15 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
13 por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14
De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis.
15
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
Conclusión
Para concluir este breve ensayo, afirmo con absoluta convicción que el mal radica dentro de las personas, y este se manifiesta con mayor fuerza en áreas que son de vital importancia en lo concerniente a lo espiritual, porque es de allí donde depende nuestra comunión con Dios.
El mensaje de Jesús era muy simple, muy sencillo de comprender, a tal punto que para aquellos sabios en este mundo se les hacía complejo comprenderlo. No lo aceptaban porque les parecía demasiado simple hasta el punto de concebirlo irracional. Eso es lo que pasa en nuestros días, la gente no acepta el mensaje de Jesús por falta de entendimiento, se creen sabios en su propia prudencia y no tienen la suficiente humildad como para aceptar el mensaje de Cristo que fué dedicado exclusivamente para los pobres, menesterosos e iletrados de aquella época. El mensaje de justicia se hizo invisible para los sabios de este mundo.
Mateo 11:25
25 En aquel tiempo, hablando Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así fue de tu agrado. 27 Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Solo los que tienen el corazón y la humildad como la de un niño podrán entrar en el Reino de Dios.
Mateo 18:3 “y dijo: En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”